desatino controlado
opiniones de un cero a la izquierda

Martes, 21 de Diciembre de 2004

experto en tocar culos

En 1931, Arthur Koesler, novelista, ensayista y periodista nacido en Budapest, ingresó al partido comunista alemán, con 26 años de edad. Siete años más tarde, después de haber sido militante y agente de la Komintern a tiempo completo, disgustado por las prácticas estalinistas, se apartó del Partido. Se trató de un disgustado que contó el cuento. ¡ Y cómo !

En su novela “El cero y el infinito” (1940), describe los métodos con que la Komintern creó una red de intelectuales simpatizantes de la URSS con el fin de utilizarlos como instrumentos de propaganda. A este respecto, a juzgar por lo que dice Frances Stonor Saunders y otros autores, la CIA parece haber tomado nota y aprendido la lección. La novela de Koestler describe también los mecanismos de destrucción de la personalidad de dirigentes de la Tercera Internacional que cayeron en la desgracia de ser sospechosos de traición y confesaban ante el verdugo crímenes espantosos que no habían cometido, antes de ser fusilados. Esta novela convirtió a su autor en la bestia negra de los comunistas de todo el mundo a quien le dedicaron campañas de desprestigio considerandolo "hiena" y "perro rabioso del anticomunismo".

A partir de 1947 El cero y el Infinito se empezó a vender como pan caliente, al igual que 1984 de George Orwell. A ambos, Orwell y Koestler, izquierdistas desencantados, la CIA les había echado el ojo. El reclutamiento de antiguos escritores de izquierda era particularmente apreciado por la CIA para hacer estragos en filas del enemigo. Cualquier obra que contibuya a romper la esperanza de construir una sociedad diferente era promovida y sus autores halagados con las mieles del éxito.

Nacido y educado en una familia judía, abrazó la causa del sionismo a temprana edad. Sin embargo, tiempo después, para sorpresa de los suyos, escribió “La decimotercer Tribu”, un ensayo donde sostiene que, probablemente, los judíos europeos no descienden de aquellos que Roma expulsó de Palestina, sino de los kazhares (jázaros), centroeuropeos de un breve reino medieval, surgido entre el Mar Negro y el Caspio. La hostilidad de los sionistas no tardó en llegar. Ya estaban instalados en Palestina, sin ánimo de dar marcha atrás.

Franco que lo tuvo a su merced en las mazmorras, condenado a muerte, lo terminó entregando a los comunistas. Y Stalin que se lo querría comer crudo y que hizo de la purga una religión, casualmente, se quedó con las ganas. La CIA lo mimó hasta que retobado, abandonó la política para dedicarse a la ciencia. Y ahí quedó la CIA, pagando. Los judíos aún hoy, no se lo bancan, aunque ahora encontraron el antídoto: dos científicos rusos (judíos?) que supuestamente desbarataron su teoría. Experto en tocar culos, se quedó sin amigos.

Koestler fue encontrado muerto, junto a su esposa Cynthia, en la sala donde tomaban el té. Envenenados. Se dice que el escritor sufría de leucemia y parkinson y partidario como era de la eutanasia, decidió suicidarse. Cynthia se habría suicidado de pierna, nomás. O por amor. O por simple coincidencia. Poco parece importar. Si los suicidios abren sospechas, los suicidios colectivos casi que las confirman.

Justamente, Koestler ha tratado extensamente en su obra la teoría de la coincidencia, calificando al fenómeno como “chiste del destino”. Para Jung, las coincidencias, tanto si se dan aisladas como si aparecen en serie, son manifestaciones de un principio universal apenas conocido que opera con bastante independencia respecto a las leyes físicas. Lo curioso de esta fuerza misteriosa, es que opera como un chiste malo.




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Escrito por cero el Martes, 21 de Diciembre de 2004 a las 18:28
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Martes, 14 de Diciembre de 2004

cirugía social

En círculos aristocráticos, especialmente monárquicos, la práctica del envenenamiento como forma de deshacerse de alguien, fue moneda corriente durante siglos. Pese a que por entonces las enfermedades mortales diezmaban por igual a plebeyos y aristócratas y pese a las precauciones tomadas a fin de evitar la ponzoña, la idea del envenenamiento sobrevolaba. Abonada por la sospecha, se creía bien fundada. Sospecha quien no tiene certeza, quien no tiene pruebas suficientes, o prueba alguna pero más que dudar, desconfía.

La práctica demencial de la CIA y FBI de pretender controlar las mentes del planeta entero, y de alguna manera lograrlo, descriptas en Who Paid the Piper: The CIA and the Cultural Cold War ("Quién Pagó: La CIA y la Guerra Fría Cultural") y "Los días del caos" y varios otros libros, que empalidecen en buena parte a 1984 de Orwell, me llevan a pensar de que boletearse a unos cuantos sujetos incomodos fue una necesidad típica de villanos. Tareas menos pretenciosas han demandado ensuciarse las manos. A riesgo, claro está, de equivocarme como de aquí a Pando (25km), y seguir los pasos de quienes creyeron que tal o cual rey, muerto de disentería, fue envenenado, mi sospecha no es ni más ni menos la resultancia de desconfiar de quien está a la altura del satánico Dr. No.

Quien haya tenido oportunidad de escuchar el japi aniversario que le cantó la rubia del almanaque al presidente Kennedy, se dará cuenta que tamaña astilla tenía la CIA entre manos. O en el culo. La rubia se cogía al presidente, y no lo ocultaba. Grave error. En un país regído por costumbres puritanas, la CIA, me imagino que con el dolor del alma, debió corregirlo, barbituríco mediante.

El propio presidente Kennedy cantó flor de manera apenas más creíble de la que sonó su supuesto asesino. El otro Kennedy también la quedó, como la quedó Martin Luther King. Asesinatos todos no aclarados, cometidos cuando las minorías raciales reclamaban sus derechos. Algo inconcebible y peligroso.

La lista de personajes vigilados por el FBI, o favorecidos por los proyectos encubiertos de la CIA, es larga. Muy, muy larga. El mismo Orwell figura en ella. No pocos murieron prematuramente. Ignoro bajo que circunstancias se suicidó Mark Rothko, uno de los expresionistas abstractos promocionados por la CIA. El otro, la estrella fugaz Pollock, se accidentó en un momento muy conveniente para la agencia.

A fines de los 60, muchos de los muchachos, retornaban de Vietnam envueltos en bolsas negras. Más que muchos, demasiados. Y por si fuera poco el dolor de cabeza, la Unión Soviética se armaba hasta los dientes mientras algunos peludos agitaban el pacifismo a la manera de Ghandi. Paz y amor era la consigna de los hippies. Nada tan nefasto para la industria armamentista, la mentalidad belicista y la guerra fría . Pero quiso el destino que de un plumazo desaparecieran del mapa los líderes del movimiento, y el movimiento en sí. A veces la suerte está de nuestro lado y a veces hay que ayudarla. Y para ayudarla, nada mejor que la sociedad CIA-FBI.

Ahora que la mugre asoma, la duda se instala. Declaraciones antes enterradas, resurgen. El Dr. Bannister encargado de hacerle la autopsia a Jimi Hendrix, le encontró vino tinto en el esófago y pulmones. La toalla que el cadáver ahogado en vino tenía alrededor del cuello, también estaba empapada en vino. Como es de suponer, la hora de su muerte no coincide con la manejada en la oportunidad por la prensa. Aquella historia de “ahogado en su propio vómito” tan finamente elaborada, subyace aún.

Como se sabe, Jim Morrison, apareció muerto dentro de su bañera. Se adjudicó la muerte al fallo cardiaco producido por una presunta sobredosis. Hoy se tejen otras especulaciones, algo fantásticas, poco creíbles, que coinciden con cierta forma de operar de la CIA. Lo cierto es que murió cuando impresionado por la reciente muerte de Janis Joplin, había abandonado las drogas. El poeta del caos como se llamaba a sí mismo Jim Morrison, aparentemente fue barrido por la Operación Caos.

El asesino de John Lennon, que alegó enajenación mental como causa de su actuación criminal, a los 19 años de edad había sido huésped de un campamento de entrenamiento de la CIA en Beirut y más adelante sometido a un programa de «modificación del comportamiento» en el Hospital Castle de Hawai. El tratamiento, similar al desarrollado en el programa MK-Ultra de la CIA, incluía hipnosis y el uso de torazina.

Bob Marley murió de cáncer pero el otro rastafari, Peter Tosh, fue fusilado en su casa por tres asesinos profesionales. El Stone Brian Jones fue encontrado ahogado en su piscina. El caso fue archivado como «muerte accidental» sin embargo hechos y testimonios publicados en 1994, por el diario UK Independent hacen pensar que pudo tratarse de un asesinato.

Bob Dylan, aflojó la mano y dejó de escorchar después de sufrir un accidente de moto en el cual casi pierde la vida. Joan Baez, salvó el pellejo, según parece, porque su padre estaba implicado en actividades clandestinas de la CIA. Las malas lenguas, sin duda son malvadas.

El candidato presidencial opositor ucraniano Viktor Yushchenko fue envenenado con dioxina. El antiguo jefe de la autoridad palestina Yasser Arafat fue envenenado por una sustancia muy conocida llamada "Acontine", que habitualmente se extrae de una planta asiática llamada Acónito. Envenenamientos, rumores, mentiras. Para algunos pavos, engañar es una pavada. Esta época no difiere gran cosa de la Edad Media. Sobran motivos para sospechar. Ni siquiera se puede confiar en que el hombre haya llegado a la luna. La parte que me resulta más confiable de esa historia, es la relacionada al señor Grosky. Y eso, solo porque soy ingenuo y depravado.




done


ojo: pavo de plástico


Escrito por cero el Martes, 14 de Diciembre de 2004 a las 14:09
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